Categorías
Estrategia

Ante lo nublado, la estrategia aclara el panorama

En el terreno de la estrategia y competitividad, no existen reglas, ni principios absolutos, ni recetas probadas, solo hay ciertos lineamientos metodológicos que ayudan a aclarar ideas y reflexiones respecto al entorno actual interno y externo así como identificar las oportunidades que la empresa debería aprovechar para fines de competitividad.

Sin duda, en estos días, el panorama se vislumbra lleno de nubes que no sabemos si se convertirán en nubarrones negros y se desatarán las tormentas, o bien, se dispersarán para permitir que la luz y el calor del sol nos acompañen en una ejecución acertada de la estrategia.

Particularmente en este año, tanto en México como en otros países de Latinoamérica, estamos ante la expectativa de las consecuencias de ciertos cambios sociales, políticos, demográficos y tecnológicos, lo que ocasiona cierta ansiedad en el CEO y en su equipo de directores, situación que se traduce en una parálisis de pensamiento estratégico, elevando el grado de incertidumbre y desestimando la importancia de los ejercicios profundos de planeación estratégica.

Pero, no hay que olvidar que es sumamente complicado tratar de dirigir el rumbo de una empresa sin una dirección clara y predefinida, no podemos pensar que, de los hechos insólitos podemos ir reaccionando y a esas reacciones llamarles estrategia, ya que estaremos frente a un autoengaño cuyas consecuencias pueden ser desastrosas para la credibilidad y sustentabilidad de la empresa, por no decir, para la sobrevivencia.

Por más ágil que sean las reacciones ante las circunstancias del entorno interno y externo, por mucho que se manifieste la orientación a la acción o se quiera argumentar, ni siquiera podría parecerse a una ejecución táctica, pues lo táctico es la alineación e instrumentación operativa de la estrategia, por lo tanto, si no hay estrategia, no hay táctica.

Sin estrategia lo más probable es que nos enfrentemos a consecuencias perjudiciales, pues rara vez la fortuna nos acompañará si no sabemos que camino tomar y profesionalmente no podemos pensar en dejar a la suerte el destino de una organización.

De ahí la importancia del CEO, debido a que él es la figura máxima de la estrategia y el actor principal que puede asegurar la alineación de todos los esfuerzos, áreas, objetivos y personas hacia una ejecución cuyo ritmo, alcance y sentido, estén totalmente en congruencia con la dirección estratégica que resulta del planteamiento colaborativo de escenarios y sus respectivos análisis.

Siempre es necesario presuponer los pros y contras de cada escenario aun cuando tengamos alta incertidumbre, esto se debe hacer con el fin de tomar la mejor decisión racionalmente posible en base a un análisis prospectivo y desde distintos factores o aristas claves, los cuales, sin duda tienen un sesgo de intuición de cada uno de los participantes del ejercicio estratégico. La mejor decisión se llama dirección estratégica y su fundamento es toda la información que el equipo directivo obtuvo y sobre la cual se hicieron las rondas de análisis, esto significa que es la mejor decisión que se tomó con base en la información disponible. Esto no asegura que la estrategia sea la correcta, pero, ¿cómo saberlo si no se llega a ejecutar?, muchas estadísticas realizadas por décadas muestran que un bajo porcentaje de las estrategias realmente se ejecutan.

Para lograr la ejecución, no está de más recordar que la dirección estratégica se deriva en uno o varios objetivos estratégicos siendo éstos el eje y la guía para llegar al destino deseado, pero no serán útiles hasta que se haga una alineación estructural y se instrumente la estrategia en todos los niveles de la organización, es decir, hasta que se defina la táctica.

Esto implica, la formulación de objetivos tácticos, derivados de los objetivos estratégicos y con más detalle, los cuales deben comunicarse a cada uno de los colaboradores de los distintos niveles en la estructura organizacional. Esta es la instrumentación estratégica y con ello, cada persona conocerá con claridad lo que tiene que hacer y en realidad busque hacerlo.

Los líderes se podrán asegurar que lo que se dijo se está haciendo mediante un seguimiento frecuente, si no está dando resultados hay que revisar si es falta de ejecución o bien, si es necesario corregir la táctica. Identificar oportunamente las señales negativas que resultan de una estrategia fallida o deficientemente analizada, sustentada o formulada, permitirá realizar a tiempo los ajustes correspondientes para que el cielo permanezca soleado, de lo contrario, seguramente vendrán las tormentas.   

Por lo general, la ejecución de la estrategia tarda más que su formulación, por eso es clave para el CEO y su equipo directivo, tomar en cuenta que la fragilidad de la estrategia es resultado de la ejecución, por lo que deben estar siempre alertas y sensibles para comprender oportunamente si el efecto sinérgico o la suma de los esfuerzos de todos los colaboradores corresponden en realidad a las expectativas para el cumplimiento de la estrategia. Si no es así, no pueden permitirse caer en parálisis, al contrario, desde la objetividad estratégica deben reaccionar para encaminar los esfuerzos por medio de los ajustes necesarios, buscando obviamente llegar al destino que marca la dirección estratégica.

Una buena ejecución sirve para poder emitir un juicio respecto de la estrategia, ¿qué tal que la estrategia es equivocada? No será posible evaluarla sino hay una ejecución alineada a la misma. De hecho, si la estrategia es mala, hay que cambiarla de inmediato, de lo contrario, el CEO y su equipo, solo estarán midiendo y confirmando como va fracasando.

Hoy en día, las empresas necesitan renovar constantemente su estrategia para mantenerse competitivas y transformarse, ya no se trata de adaptarse como se exigía hace algunos años. La ejecución de la estrategia es la etapa final de un proceso clave que comienza con la planeación, por lo que la ejecución adquiere cada vez mayor importancia a medida que se intensifica la necesidad de las organizaciones de adaptarse a la nueva realidad, sobre todo ante la 4ª. Revolución Industrial.

La reflexión final es que la estrategia es un conjunto de elecciones que marcan el camino a tomar, pero indudablemente, debe ser acompañada por un plan de contingencia, para reaccionar asertiva y oportunamente por si las condiciones o supuestos que fundamentaron objetivamente los planteamientos cambian.

Artículo publicado por la misma autora en la revista CEO LATAM.

Copyright © La autora es Patricia Luna Arredondosocia fundadora y directora de Calimeria Business Intelligence, SA de CV, empresa especializada en soluciones para la alta dirección y gerencia, dedicada a desarrollar la capacidad de ejecución estratégica y competitividad de personas y organizaciones en diversos temas relacionados con la gestión y desarrollo de negocios. calimeria.com