Sin duda, este atractivo Ferrari está equipado con un poderoso motor, llantas y suspensión que permiten estabilidad, acelera, frena y cambia de dirección a voluntad del piloto, además es un auto diseñado en su exterior e interior con sumo cuidado hasta en el último detalle. Su atractivo físico y su poderoso esquema de funcionamiento integral y preciso que se logra con un motor que hace sinergia con los demás componentes mecánicos, hidráulicos, electrónicos y digitales; éstos elementos sin duda son la base principal de confianza del conductor. Por si fuera poco, su preciosa cabina logra que los ocupantes estén confortables mientras disfrutan el trayecto.
No todos los autos pueden ser así de completos, poderosos, confortables y hermosos, sin embargo, cualquier piloto sabe que para conducir adecuadamente un vehículo se requiere de conocimientos, práctica, destreza, autoconfianza, reflejos y la claridad de pensamiento para tener presente que si no se conduce adecuadamente, las probabilidades de choque se incrementan.
Desde antes de encender el auto, el conductor sabe hacia dónde se dirige, conoce el destino, el camino a tomar y obviamente inicia el recorrido desde el punto de partida con el combustible y demás insumos. En todo momento, el piloto debe estar al pendiente del trayecto, permanentemente debe estar alerta y sensible a los cambios en el entorno y a las condiciones de consumo de los insumos. Curiosamente, el piloto por lo general no es el diseñador ni participa de alguna manera en el diseño de un vehículo, puede aportar ideas en encuestas o en foros, sin embargo, siempre es el responsable de conducirlo y tiene total control de su conducción.
En contraste, en el caso de los emprendedores, son ellos quienes diseñan, estructuran y configuran todos los componentes para asegurar un confortable arranque. Inician con la configuración de un proyecto interesante y sustentado por un sueño, preparan un “business case” con el menor número de hojas posibles y un “elevator pitch”, aplicando los conocimientos teóricos y prácticos a los que tuvieron alcance, también toman en cuenta los consejos y recomendaciones de amigos, familiares y contactos. El proceso de diseño es muy rápido, práctico y completo en la idea y el concepto, el modelo de negocio se define con claridad y los supuestos financieros en distintos horizontes de tiempo dan la confianza de lograr un eficiente flujo de efectivo que permita operar y paulatinamente recuperar inversiones propias y hacer pago de las deudas contraídas como financiamiento.
Lo anterior define el fenómeno que se vive actualmente en el país, existe una generación de emprendedores llenos de energía, de pasión, de buena voluntad, de esfuerzo y con un amplio espectro de confianza en ellos y en los demás. Esto es incluso agradable y altamente contagioso en todos quienes estén involucrados al inicio del emprendimiento.
Los emprendedores además de instrumentar el proyecto son quienes una vez que inician las operaciones conducen sus emprendimientos, pero a diferencia de un vehículo, no tienen el control total en su manejo ya que requieren la intervención de otras personas, esto es complejo y muchas veces la idea de negocio no se hace realidad con el paso del tiempo y se convierte en historia de emprendimiento fracasado, formando entonces parte de las estadísticas en donde las empresas mueren a los dos o tres años de haberse fundado. Desafortunadamente hoy en día, se reconoce que un exitoso emprendedor es quien en su haber lleva algunas empresas fracasadas, esto de alguna manera impide dar el giro del volante a tiempo.
El plan de negocios y el “elevator pitch” siempre son las herramientas del emprendedor para seguir enamorando de su proyecto a otros posibles inversionistas, impactar a más clientes potenciales y hacer presencia de marca con otros interesados. Incluso, sus primeros proveedores de servicios son también enamorados del proyecto y sufren las negociaciones donde se les pide reducir sus tarifas con el argumento de apoyar el proyecto y con la promesa de que en un futuro no muy lejano todos saldrán ganando; en pocas palabras, el emprendedor busca quien se la juegue con él, pero lamentablemente, muchos proveedores se la juegan y pierden.
Todo es interesante e incluso es emocionante formar parte de la historia del proyecto, pero conducir una empresa siendo emprendedor o apoyar un negocio como proveedor (puede ser otro emprendedor), requiere bases de experiencia práctica y profesional en dirección y gestión de empresas, negociación y empatía empresarial. Los proyectos pueden ser muy atractivos, pero apretar a los proveedores a la baja en sus tarifas, solo provoca una espiral de fracaso paulatino y al final, quien termina perdiendo, es el emprendedor y su empresa, por que los proveedores lo irán abandonando poco a poco como consecuencia natural de un entorno de negocios en donde los emprendedores se apalancan de sus proveedores y no pagan o tienen retrasos importantes en el pago de facturas de productos o servicios ya entregados. Esto impacta incluso la reputación del proyecto de emprendimiento en el mercado.
Conducir una empresa, requiere definir, desarrollar e implementar la fortaleza o base operativa, es decir, los cimientos. Frecuentemente el emprendedor minimiza el hecho de contar con los cimientos que le permitan sustentar el desarrollo de negocio, confían demasiado en su modelo de negocio y argumentan que quieren mantener la operación lo más simple posible. Esto es un grave error, porque la simpleza solo conduce al desorden, a la falta de entendimiento de los roles y responsabilidades de cada persona, los objetivos del trabajo no existen, se propicia el conflicto al no conocer los alcances y fronteras entre los puestos, impide el seguimiento porque no se hacen planes de trabajo, no se hacen ni siquiera minutas de reunión, se olvidan los compromisos, fomenta que se tomen las mismas decisiones en juntas para apagar una a una las múltiples crisis que se presentan, para corregir al momento y no de raíz los errores en la operación, para informar verbalmente y sin un análisis previo las reglas de negocio que comúnmente van cambiando y nadie las escribe ni comunica, para promover a puestos nuevos a los actuales empleados considerando únicamente su actitud y apostando sin fundamentos a que tienen la preparación y capacidad, implementando acciones de crecimiento o expansión sin un verdadero plan que considere todos los elementos y tiempos necesarios, en fin; son problemas cotidianos que se convierten en rutinarios y en donde se va fortaleciendo el desarrollo de una cultura organizacional fundamentada en la informalidad, el desorden, el compañerismo y una excelente actitud, siempre positiva. Lo anterior esconde la falta de preparación o capacidades de los colaboradores y del emprendedor mismo, obstaculizando incluso, la toma de decisiones respecto al personal.
Al transcurrir de los meses y en un punto de inflexión, el emprendedor se da cuenta pero no reconoce que perdió el control al conducir el emprendimiento, el destino siempre ha estado visible y presente, sin embargo, en esta etapa, el destino se encuentra cada vez más lejano por la trayectoria que se ha tomado y por el nivel de endeudamiento.
Y es aquí cuando entonces, el emprendedor valora la importancia de las bases operativas, puede decidir dar un giro de timón para desarrollarlas iniciando proyectos internos y argumentando que servirán incluso para desarrollar al personal, desafortunadamente no llegan a buen término por varias causas, entre ellas, la falta de tiempo, la falta de costumbre de un trabajo ordenado, la falta de costumbre de rendir cuentas sobre el avance de algo, la improvisación, la falta de preparación, la falta de experiencia, entre otras.
Lo idóneo es evaluar y contratar empresas de consultoría especializadas en el desarrollo, instrumentación e implementación de las bases operativas y cuyas tarifas sean las que se pueden pagar respetando las condiciones comerciales pactadas. Se desarrollarán las bases, mismas que en su aplicación práctica servirán para desarrollar al personal y corregir el rumbo.
Es entonces, necesario que el emprendedor contemple desde su plan de negocios la necesidad de contar con varios elementos indispensables para sus cimientos operativos tales como:
- estructura organizacional ya sea funcional, avanzada, matricial o de redes
- descripciones de puestos con alineación entre puestos y procesos
- estrategia de atracción, retención y desarrollo de talento
- estrategia de desarrollo o expansión del emprendimiento
- políticas, procesos y procedimientos
- controles administrativos
- implementación de sistemas administrativos para no llevar solo la contabilidad fiscal
- dirección por objetivos
- facultamiento o empoderamiento de los empleados para liberar los cuellos de botella en la toma de decisiones
- método de evaluación del desempeño
- desarrollo de habilidades de liderazgo
Independientemente de la edad del emprendedor, de sus años de trabajo como empleado, o de sus capacidades y talentos, no siempre se encuentran en su historia personal las experiencias relacionadas con la forma de establecer las bases o cimentos operativos que servirán como anclas de control en la ejecución y el desarrollo del negocio, tampoco deben dedicar tiempo para realizar esto, por lo que deben estar abiertos para contratar aliados de negocio experimentados que se la jueguen pero con un claro panorama de ganar – ganar en bases y circunstancias de negocio razonables y justas.
Solo con ayuda profesional se aprenderá a conducir a la empresa eficientemente y con un desarrollo evolutivo que permitirá hacer realidad el potencial de la idea del emprendimiento plasmada desde un inicio, logrando con alto nivel de probabilidad la sobrevivencia y sostenibilidad a lo largo del trayecto.
Copyright © La autora es Patricia Luna Arredondo, socia fundadora y directora de Calimeria Business Intelligence, SA de CV, empresa especializada en soluciones para la alta dirección y gerencia, dedicada a desarrollar la capacidad de ejecución estratégica y competitividad de personas y organizaciones en diversos temas relacionados con la gestión y desarrollo de negocios. calimeria.com